Un tratamiento para la diabetes consigue frenar la inflamación de los pacientes con coronavirus y reducir su mortalidad.
Médicos de la ciudad china de Wuhan han descubierto la eficacia de un medicamento utilizado para controlar la diabetes como antiinflamatorio en los pacientes de coronavirus, lo que reduce la mortalidad de éstos. Se trata de la Metformina.
Los médicos chinos la califican como "droga maravillosa" por su poder para reducir la respuesta inflamatoria del organismo, una de las principales complicaciones que sufren los pacientes de coronavirus y que en muchos casos provoca la muerte, por lo que este medicamento podría ser crucial hasta que exista una vacuna.
LUGARES CON MAYORES RIESGOS DE CONTAGIO
RAZÓN DEL CIRCULO AZUL EN EL LOGO
El logotipo del Día Mundial de la Diabetes es un círculo azul - el símbolo mundial de la diabetes que fue creado como parte de la campaña de concienciación "Unidos por la Diabetes".
El logotipo fue adoptado en 2007 para conmemorar la aprobación de la Resolución de Naciones Unidas sobre el Día Mundial de la Diabetes.
El significado del símbolo del círculo azul es increíblemente positivo.
En muchas culturas, el círculo simboliza la vida y la salud. El color azul representa el cielo que une a todas las naciones, y es el color de la bandera de Naciones Unidas. El círculo azul simboliza la unidad de la comunidad internacional de la diabetes en respuesta a la pandemia de la diabetes.
LOGO INICIAL CREADO POR HORACIO WALSH
Azul de océano profundo, rojo de argentinos y nuestro 22 por Ce.s.a.c
PARA TENER MUY EN CUENTA
SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Los problemas de salud mental relacionados con la pandemia y el encierro son especialmente difíciles para las personas con depresión.
El Ministerio de Salud de Buenos Aires tiene una línea de ayuda de 24 horas, el número 0800 222 5462.
PARA TENER EN CUENTA
AYUDA OFICIAL EN TIEMPOS DE CUARENTENA
DAR SANGRE ES DAR VIDA
Una enfermedad que afecta en la Argentina a 1 de cada 10 mayores de 18 años.
La Ley Nacional de Diabetes, reglamentada en 2014, debía ser actualizada cada dos años, incorporando los nuevos avances, pero eso todavía no sucedió. En la actualización sobre la que se estaría trabajando, preocupa a la comunidad de pacientes la exclusión de nuevos medicamentos y tecnologías superadores que ya son de uso cotidiano.
17 de mayo de 2018 – La Ley Nacional de Diabetes Nº 26.914 fue sancionada en 2013 como una ampliación de la ley original de 1989. Garantiza la cobertura del 100% del tratamiento de la enfermedad por parte del sistema de salud, sea público o privado. Su reglamentación estipula que cada dos años se hará una actualización del listado de medicamentos y tecnologías cuya cobertura estaría garantizada por la propia normativa, para mantener al día la provisión de las mejores herramientas disponibles. Sin embargo, esta actualización aún no ha sucedido, por lo que ya lleva una demora inaceptable.
Pero además de esta tardanza, desde la Asociación Civil Diabetes Argentina (ADA), la Liga Argentina de Protección al Diabético (LAPDI) y la Federación Argentina de Diabetes (FAD) temen que la misma se deba a una política de recorte y ajuste en detrimento de lo que garantiza el espíritu de la ley: incluir los nuevos medicamentos y tecnologías que ya son utilizados a diario por los pacientes en Argentina y en otros países del mundo y que han demostrado contribuir a mejorarles significativamente el control de su enfermedad y su calidad de vida.
Es importante tener en cuenta que la diabetes está considerada una verdadera epidemia: según los resultados de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación, el 9,8% de los mayores de 18 años presentó diabetes o glucemia elevada, lo que constituye un número superior a los 3 millones de argentinos.
La falta de un control adecuado de la enfermedad incrementa las posibilidades de desarrollar, entre otras, afecciones oculares con riesgo de ceguera, insuficiencia renal, enfermedades cardiovasculares y problemas en los miembros inferiores que pueden llegar incluso a la amputación.
“En un país a donde la salud es un derecho constitucional, sólo podrán beneficiarse de los mejores avances de los últimos años quienes puedan pagarlos de su bolsillo, mientras que quienes tengan un pasar económico menos privilegiado, seguirán tratados con opciones que en algunos casos ya han quedado obsoletas en muchas partes del mundo”, reconocieron desde ADA, FAD y LAPDI. Esto reabre una brecha planteando una medicina para ricos y otra para pobres, inclusive cuando el argumento del costo en algunos casos es por lo menos discutible.
“Lo que estamos pidiendo desde la comunidad de pacientes es que la ley prevea la cobertura de todos los medicamentos e insumos aprobados en nuestro país para el manejo de la diabetes. Luego, cada médico tratante considerará qué opción es la más conveniente para cada paciente y prescribirá lo que corresponda”, puntualizó la Lic. Sylvia Brunoldi, Presidente de la Liga Argentina de Protección al Diabético (LAPDI).
“La reglamentación no puede limitar el espíritu de una ley nacional, poniendo coto en la cobertura, que claramente está garantizada al 100%, según prescripción médica y de acuerdo a los avances científicos y tecnológicos”, agregó.
Durante 2017, varias organizaciones de la sociedad civil trabajaron junto con el Ministerio de Salud de la Nación en la actualización de esta ley. “Dentro de las preocupaciones de los pacientes, se destaca la inexplicable demora a pesar de los insistentes reclamos y el riesgo elevado de que cuando salga la esperada actualización, ésta no contemple algunos medicamentos e innovaciones tecnológicas”, refirió la Sra. Adriana Angelina, presidente de ADA.
“Entre lo que la actualización dejaría por afuera del vademécum y sin reconocimiento de su cobertura al 100 por ciento como marca la ley de diabetes, se encuentran algunos productos de una categoría más nueva, conocida como análogos del GLP-1, que son herramientas de probada eficacia que ayudan a controlar la diabetes y que los profesionales ya indican de manera habitual desde hace varios años. Tampoco está claro en la ley lo que sucede con las bombas o infusores de insulina integrados con monitoreo continuo.”, agregaron desde las asociaciones.
Otro avance que no está contemplado, y que ha significado una mejora en el control de la enfermedad y una revolución en la calidad de vida de los pacientes, son los medidores de glucosa conocidos como ‘tecnología flash’, que permiten reducir considerablemente los pinchazos diarios y las tendencias de comportamiento de la glucosa.
“No nos referimos a los aparatos costosos que en otros países se indican en algunos casos muy puntuales, sino al típico sensor que se aplica en el brazo en reemplazo de los múltiples pinchazos para medirse los niveles de glucosa y que en el mundo ya es una tecnología de uso corriente. De hecho, en Argentina se ve a gente por la calle usándolos desde hace tiempo”, explicó la Sra. Angelina, que tiene diabetes hace varias décadas”.
“Medirse la glucosa sin pincharse mejora en forma contundente la calidad de vida del paciente, la cambia por completo. Quizás sin tener diabetes es difícil entender el cambio, pero pincharse varias veces al día, todos los días, durante toda tu vida es muy difícil. “La cura de la diabetes hoy no es una opción, pero es inadmisible que se nos prive de avances tan significativos que impactan directamente en nuestra calidad de vida”, remarcó Adriana Angelina.
“Es preocupante que el bienestar de los pacientes no sea la prioridad al analizar la actualización de la ley de diabetes. El Estado está para garantizar nuestro derecho a la salud y, en este caso, no sólo viene rezagado y sino que se está quedando a mitad de camino. Lo que es aún peor, esta grave demora genera un vacío legal aprovechado por prestadores que siempre tomaron la resolución como un “techo” y no como un “piso” y ahora restringen también determinadas coberturas que ya venían brindando desde la sanción de la ley”, sostuvo Sylvia Brunoldi.
Además, no se tiene en cuenta que una persona con diabetes suele estar medicada en simultáneo para otras patologías asociadas, como neuropatía diabética, dislipidemias y cardiopatías, que no están contempladas en la ley de diabetes, por lo que impactan en su bolsillo y la obligan a elegir entre uno y otro o tener que abandonar el tratamiento.
En un escenario deseable, querríamos que estuviera garantizada la cobertura de los avances que hoy ya están disponibles en nuestro país, pero “que se previera también algún mecanismo más ágil para la inclusión de todo lo que irá llegando. La ciencia avanza continuamente y, en la medida que aparezcan herramientas que ayuden a mejorar el manejo de una enfermedad tan compleja, deberíamos poder acelerar su inclusión en los sistemas de cobertura”, agregó Judit Laufer, Presidente de Federación Argentina de Diabetes (FAD) y madre de un joven con diabetes.
“La actualización de esta ley no debe ser tomada a la ligera, somos varios millones de argentinos esperando respuestas y queriendo vivir mejor”, puntualizaron.
Estas asociaciones de pacientes están presentando un petitorio a las autoridades del Poder Ejecutivo para que se considere la relevancia de esta situación para contar con las garantías de que las decisiones que se tomen respondan directamente a las necesidades y a la realidad actual de las personas con diabetes.
La ciencia ya entendió que cuanto mejor controlado esté el paciente y cuanto más estricta sea su adherencia al tratamiento, mayores serán las chances de prevenir las complicaciones de la diabetes, con el correspondiente ahorro de los costos que ello implica para todo el sistema de salud., así lo indicó Adriana Angelina
Al respecto, Judith Laufer remarcó que la educación diabetológica “es un pilar fundamental para el éxito del manejo de esta enfermedad”. Obtienen mejores resultados y beneficios en la Salud, aquellas personas educadas y correctamente informadas a partir de fuentes confiables, para ser capaces de tomar decisiones sobre su nutrición, su estilo de vida, sus controles y con una buena comunicación con su médico. De nada servirá tener las mejores medicaciones si el paciente no está entrenado para llevar adelante ese tratamiento y lograr una mejor calidad de vida”.
Sobre este punto, desde LAPDI recordaron que la ley habla de 10 horas al año de educación para los pacientes, pero no aclara cómo ni quiénes la impartirán, ignorando la figura central del educador en diabetes.
Acerca de ADA La Asociación Diabetes Argentina es una entidad de bien público sin fines de lucro con más de 40 años de trayectoria. Es miembro de la Federación Internacional de Diabetes (I.D.F.). Nuestro objetivo principal es educar, defender, informar, proteger y propender al mejoramiento de la salud física y espiritual de las personas. Brindamos educación diabetológica a las personas con diabetes, familiares y a la comunidad toda, con el fin de lograr una mejor calidad de vida de la sociedad. También trabajamos para defender los derechos de las personas con diabetes. Italia 2550, Córdoba. Más información: (0351) 153 598-192 – ada.cordoba@gmail.com
Acerca de LAPDI LAPDI es la primera asociación de pacientes del país creada en 1964 por la SAD y miembro de la Federación Internacional de Diabetes. Desde entonces, se dedica a brindar educación y asistencia a las personas con diabetes para que puedan alcanzar una buena calidad de vida y prevenir las temidas complicaciones de la enfermedad. También trabaja por la prevención de la diabetes en la población a través de la promoción de un estilo de vida saludable y en la defensa de los derechos de las personas con diabetes a la salud y a una vida plena sin discriminaciones. Brinda talleres, conferencias, cursos gratuitos para personas con diabetes y capacitaciones para el equipo de salud. También ofrece atención médica especializada. Más información: (011) 4371-8185 / 155 878-3230 de lunes a viernes de 14 a 19 hs., Tucumán 1584 – PB, CABA – lapdi@ciudad.com.ar
Acerca de la FAD La Federación Argentina de Diabetes (FAD) es una entidad Nacional sin fines de lucro que nuclea a asociaciones miembros de pacientes y familiares como así también a grupos en formación distribuidos en todo el país. Miembro de la Federación Internacional de Diabetes (FID). Tiene como objetivo la educación del paciente con diabetes, poniendo especial énfasis en estrategias de motivación para propender a prevenir complicaciones agudas y crónicas y el resguardo de los derechos de las personas con diabetes. Fundada en el año 1973 y conformada por profesionales médicos, familiares y pacientes. A nivel comunitario, realiza eventos nacionales y regionales, cursos de capacitación, conferencias, ciclos de charlas, campamentos y actividades deportivas, buscando una vivencia que aporte elementos teóricos y prácticos, tendientes a incrementar la adherencia al tratamiento. Ofrece en todas las Areas de la FAD, orientación sin cargo. Más información: (011) 15- 4186- 9994 de lunes a viernes de 10 a 18 hs., o por mail a presidencia@fad.org.ar
ERAMOS POCOS Y PARIÓ LA ABUELA
Si estás pasado de kilos (cómo yo) aparte de tener colesterol, mal los triglicéridos y la glucemia, la vacuna contra el COVID puede no acerté efecto.
La obesidad aumenta el riesgo de muerte por COVID-19 en casi un 50% y ahora se supo que, además, puede hacer que las vacunas contra la enfermedad sean menos efectivas, según un estudio integral que utiliza datos globales.
La investigación de los principales expertos mundiales advierte que los riesgos para las personas con obesidad son mayores de lo que se pensaba.
Así, mientras el mundo aguarda con gran expectativa una vacuna contra el nuevo coronavirus, especialistas de distintos países expresaron su preocupación ante la posibilidad de que ésta no cumpla su objetivo en uno de los grupos de riesgo que más la necesita: las personas que sufren obesidad.
Desde el comienzo de la pandemia de SARS-CoV-2, diversos estudios demostraron que la población que presenta un índice de masa corporal elevado tiene un riesgo incrementado de enfermar y morir a causa de la enfermedad por coronavirus.
Ahora, a medida que avanzan los ensayos con distintos candidatos vacunales, preocupa que la potencial vacuna contra el COVID-19 no proteja a este grupo de riesgo pues la evidencia científica indica que la efectividad de vacunas previas -como la de la influenza, la hepatitis B, el tétanos y la rabia- está disminuida en personas con obesidad.
En una reciente entrevista, el doctor Matthew B. Laurens, investigador principal de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, uno de los centros estadounidenses donde están más avanzados los ensayos de la vacuna contra el coronavirus de Moderna Therapeutics, admitió: “Sabemos de otras vacunas que han sido probadas en poblaciones de personas con obesidad que estos individuos no responden tan bien a estas vacunas”.
A medida que avanzan los ensayos con distintos candidatos vacunales, preocupa que la potencial vacuna contra el COVID-19 no proteja a este grupo de riesgo (Efe)
“Mientras estamos desarrollando una vacuna contra el COVID-19, reconocemos que podría no funcionar en todas las poblaciones, incluyendo a aquellas que sufren obesidad. Por lo tanto, esa es una preocupación”, añadió el investigador.
Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill encontró que las personas con obesidad, con un índice de masa corporal superior a 30, tienen un mayor riesgo de contraer el coronavirus en todos los sentidos. Su riesgo de terminar en el hospital con COVID-19 aumenta en un 113%, es más probable que ingresen en cuidados intensivos (74%) y tengan un mayor riesgo de muerte (48%) por el virus.
El estudio está dirigido por el profesor Barry Popkin, del departamento de nutrición de la Escuela Global de Salud Pública de UNC Gillings, quien le dijo a The Guardian que estaba impactado por los hallazgos. El riesgo de morir de COVID-19 para las personas con obesidad fue significativamente más alto de lo que nadie había pensado.
El estudio, publicado en la revista Obesity Reviews, es un metanálisis que reúne datos de muchos estudios realizados en todo el mundo, incluidos Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y China. La obesidad es un problema mundial que ningún país abordó con éxito hasta ahora.
Las personas con obesidad a menudo tienen afecciones médicas subyacentes que las ponen en mayor riesgo de contraer coronavirus, como enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2. La obesidad puede causar cambios metabólicos, como resistencia a la insulina e inflamación, que dificultan que el cuerpo combata las infecciones.
“Todos estos factores pueden influir en el metabolismo de las células inmunitarias, que determina cómo los cuerpos responden a los patógenos, como el coronavirus SARS-CoV-2”, dijo la coautora, la profesora Melinda Beck. “Las personas con obesidad también son más propensas a experimentar dolencias físicas que dificultan la lucha contra esta enfermedad, como la apnea del sueño, que aumenta la hipertensión pulmonar, o un índice de masa corporal que aumenta las dificultades con la intubación en un entorno hospitalario”.
Las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de contraer el coronavirus en todos los sentidos y su riesgo de terminar en el hospital aumenta en un 113% (Shutterstock)
Cualquier vacuna desarrollada para COVID-19 puede no funcionar tan bien en personas con obesidad, coincidieron los autores.
“Sabemos que una vacuna COVID tendrá un efecto positivo en las personas obesas, pero sospechamos de todo nuestro conocimiento de las pruebas de la vacuna SARS y la vacuna contra la gripe que tendrá un beneficio menor en comparación con las otras”, dijo Popkin, quien sugirió que los desarrolladores de vacunas deberían mirar los datos de sus ensayos clínicos para ver el efecto de la obesidad, incluso cuando tienen un beneficio general. “Quizás entonces tengan que considerar esto y hacer algunas pruebas en la vacuna para que funcione mejor para las personas obesas”.
Las dificultades causadas por los encierros y la pérdida de ingresos para las personas en todo el mundo también aumentan el riesgo de que las personas se vuelvan obesas, dijeron los autores.
Si bien aún se están investigando los mecanismos biológicos exactos por los que las personas con obesidad pueden no responder de la manera esperada a la vacunación, los especialistas indican que la inflamación crónica parece interferir con la respuesta inmune a las vacunas, lo cual pone en una situación de mayor vulnerabilidad a quienes padece obesidad frente a enfermedades prevenibles incluso tras la inmunización.
"Los desarrolladores de vacunas deberían mirar los datos de sus ensayos clínicos para ver el efecto de la obesidad" (Reuters)
Según explicó la médica especialista en Nutrición Mónica Katz, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), la inquietud sobre la eficacia de la potencial vacuna contra el COVID-19 en la población con obesidad surge a partir de dos conocimientos: “El primero es que en otros casos las vacunas no funcionan de la misma manera en personas con obesidad que en aquellas con peso normal”, detalló.
“El segundo conocimiento es el compromiso inmunológico que presenta quien padece obesidad, es decir, quien tiene un índice de masa corporal de más de 30”, añadió Katz, para luego precisar el mecanismo subyacente: “El exceso de órgano adiposo -inflamado y fibrosado-, que se presenta en quienes padecen obesidad, contribuye a la existencia de adipocitos muy grandes, que de alguna manera son interpretados como un cuerpo extraño, como si fueran un virus o una bacteria, por lo que el organismo de la persona con obesidad los combate. Esta situación hace que, cuando de verdad aparece un virus o una bacteria, es decir un patógeno externo, el organismo tiene comprometido ya su sistema de defensa en una especie de estado inflamatorio crónico”.
En otras palabras, el poco efecto que podría tener la potencial vacuna contra el coronavirus en las personas con obesidad tiene que ver con el compromiso inmunológico que ya tienen de base por su inflamación crónica -de leve a moderada-.
“La respuesta de anticuerpos y la respuesta de la inmunidad innata -es decir la respuesta celular y la respuesta humoral- ambas están comprometidas. Entonces, cuando se inyecta una vacuna por la que se espera una respuesta inmunológica, ésta no va a suceder. De hecho, hay antecedentes de mala respuesta a la vacuna de la gripe y a la vacuna de la hepatitis”, puntualizó Katz.